6 agosto

Despedida en La Cocha

" El Bosque tiene su propia música llamada silencio, consistente en un millón de sonidos "


Hemos terminado nuestro programa de la primera etapa de cooperación. Se han cumplido gratamente las expectativas, el trabajo ha sido muy gratificante para todos los implicados.



Como final de fiesta, en dos camionetas, las personas que nos han ayudado durante este tiempo y los cooperantes, hemos ido de paseo al Encano. Allí hemos disfrutado en un lugar de ensueño, La Cocha, las fotos expresan mejor que yo la belleza del lugar.


Un paseo en lancha nos ha permitido llegar a una isla, La Corota, que tiene un sendero ecológico lleno de vegetación selvática en el que se respira verdadera paz y unión con la naturaleza. El sendero nos ha conducido a un mirador espectacular donde las fotos se hacían a cientos.


De regreso a tierra era la hora de comer, antes del paseo ya estaba contratada la comida en un típico restaurante en el que el plato por excelencia es la trucha preparada de formas muy variadas. Cuando todos estábamos terminando nuestra trucha faltaba la de Teresita, una de las colaboradoras del programa, al avisar de ello rápido se pusieron a prepararle la suya.





Todos estábamos pendiente de que llagara el plato y ¡sorpresa! vimos salir de la cocina, a toda pastilla, un perro con una trucha en la boca y tres personas en su persecución. El perro debió darse un buen banquete pues sus perseguidores volvieron con la lengua fuera y sin trucha. Finalmente después de la espera apareció el plato de Teresita con su trucha.









Habíamos recibido una invitación especial por la mañana para asistir a un concurso de danzas colombianas y como buenos visitantes del país nos presentamos en el lugar indicado. Sentados en las gradas esperamos más de dos horas a que comenzara el festival y valió la pena, las danzas eran muy vistosas y espectaculares, con un ritmo que invitaban a no parar de moverse. 




Con la espera, dos de nuestros jóvenes cooperantes, Eduard y José sintieron la necesidad de una sencilla función fisiológica y confiados atravesaron un campo verde el que, cuando quisieron darse cuenta ya no podían salir, se habían hundido en el barro y no podían sacar los pies. Sus zapatos y pantalones eren poro chocolate.


Finalmente marchamos para que pudieran cambiarse, hacer las maletas y mentalizarnos de que al día siguiente por la mañanita nos despedíamos de Santiago de Putumayo para viajar a Medellín donde nos esperan vivencias nuevas.



Si nos estás siguiendo, saludos y un fuerte abrazo.
Atentamente:

Valentina Mejías Reigada 

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